Adentro, mucho calor. Afuera, un torrencial aguacero despide el mes de mayo.
Adentro, mucha gente, más de la que se puede sentar en el auditorio. Afuera, poca gente que se afana en llegar a sus casas, evitando los charcos y ser pringada por los carros y buses que a esa hora pululan en San José.
Minutos después de las siete, entran las invitadas de honor: Wendy y Glenda. Sendos vestidos azul y rojo acentúan su belleza, merecido regalo que madre natura les ha prodigado en abundancia. Glenda y Wendy no son las estrellas de la pasarela del momento, tampoco son participantes del último concurso de belleza. Son mucho más que eso. Wendy Cruz y Glenda Umaña, son distinguidas periodistas que con mérito propio, representan a Costa Rica en medios televisivos de Estados Unidos y para el mundo.
Hablar de ellas requiere de páginas enteras, por lo que voy a obviar esa parte. Ambas son las invitadas de honor del Colegio de Periodistas, con motivo de la celebración del Día Nacional del Periodista, establecido por decreto presidencial para honrar la memoria de quienes murieron en el cumplimiento de su profesión hace 28 años, como consecuencia del cobarde atentado terrorista ocurrido en la localidad fronteriza de La Penca, en territorio nicaragüense.
Tras entonar las notas del Himno Nacional y guardar un minuto de silencio por las vidas cercenadas ese 30 de Mayo, el protocolo continúa con las palabras de José Rodolfo Ibarra, Presidente de los agremiados. No obstante, las estrellas que brillan en ese firmamento periodístico siguen siendo Wendy y Glenda, cuyas frescas sonrisas hacen las delicias de la audiencia.
Tras un breve repaso por sus atestados, ambas reciben merecidos arreglos florales. Pero lo mejor de la noche está aún por llegar. De acuerdo con el programa de mano, la organización les ha encomendado referirse a las experiencias exitosas de periodistas costarricenses en el extranjero.
Wendy es breve y destaca entre otras cosas que el periodismo es igualen cualquier, independiente del lugar en que se ejerza y enfatiza que una de las claves del éxito consiste en ser diferente a los demás. Cualquier mal pensado podría juzgarla de falsa modestia, cuando afirma que ella es aún una aprendiz de periodista.
Glenda se toma más tiempo en sus apreciaciones y con la envidiable naturalidad que la caracteriza, afirma que Costa Rica es el segundo país con el mejor nivel de libertad de expresión. También plantea la pregunta de por qué estudiar periodismo y aconseja a los jóvenes seguir el Código de Ética que recién ha lanzado el Colegio de Periodistas.
Luego viene la premiación. La Medalla de la Comunicación Dr. José María Castro Madriz es el mayor galardón anual que entrega el Colegio a los más distinguidos profesionales en el campo. Es como quien dice, el Óscar o el Premio Nobel de los periodistas de Costa Rica que entrega el Colegio.
El presidente Ibarra rememora aquella terrible noche hace 28 años y presenta al primer homenajeado del año 2012, sobreviviente junto con él de tal tragedia, a unos pocos golpes de remo de la línea fronteriza. Los aplausos colman el recinto para recibir a Nelson Murillo Murillo, quien acepta el premio y cautiva al auditorio para llevarlo en alas de la imaginación al 30 de Mayo de 1984. Murillo concluye con el ferviente deseo de que tantos años después, se condene al(los) culpable(s) de tal atrocidad.
La segunda medalla de la noche sorprende a Glenda, quien vuelve a hacer gala de su naturalidad y don de gentes. Sinceras lágrimas alternadas con sonrisas, brotan de lo más profundo de su tierno corazón e interrumpen en repetidas ocasiones el improvisado discurso. Más aplausos.
El ministro de comunicación, Francisco Chacón González, rompe la informalidad de la noche con un discurso propio de un político, en representación de la ausente presidenta Laura Chinchilla. Es rescatable la frase que dice que “…es mejor usar la palabra como herramienta y no como arma”.
Los reencuentros devienen en el segmento de preguntas y respuestas, cuando Glenda pide a un asistente desconocido a levantarse para conocerlo en persona: Jovel es un mozalbete alajuelense de 15 años, quien mediante el uso de las redes sociales, ha intentado entrevistarla y Glenda pone en evidencia una relación que ha tenido lugar en el mundo virtual. Esta vez los aplausos son para el futuro periodista.
Otro asistente al evento relata cómo siendo un niño de 8 años, se escapó de las manos de su padre para pedir un autógrafo a una periodista que cubría un suceso. Destaca como en el ajetreo propio de la profesión, la periodista cumple su infantil deseo, que hoy lo inspira y lo tiene a 4 materias de graduarse en la carrera de periodismo. Una amplia sonrisa de sorpresa ilumina el bello rostro de Wendy –la otra estrella de la noche- quien evoca ese momento de años atrás. Y luego viene el abrazo para sellar este segundo reencuentro.
Tras las palabras de agradecimiento y cierre, el moderador invita a los asistentes a tomarse fotos “de grupo” con Wendy y Glenda, proceso que se torna lento dada la gran cantidad de asistentes que quieren llevarse un recuerdo gráfico de aquella noche de estrellas… periodísticas...!
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